Santander convence al BCE con un avance menor en la gobernanza y se guarda la carta de cambiar el CEO
Banco Santander ha conseguido apaciguar al BCE, que le exigía un cambio en su modelo de gobierno corporativo, con una modificación menor: el consejero delegado, José Antonio Álvarez, pasará a depender del consejo en vez de reportar a Ana Botín. Pero la presidenta incluso amplía sus poderes ejecutivos. Y además, se guarda la carta en la manga de una posible sustitución del CEO en el futuro si el supervisor vuelve a la carga.
El BCE lleva meses presionando al Santander para que adopte el modelo de gobernanza europeo, consistente en un presidente no ejecutivo y un consejero delegado con fuertes poderes. Esto choca con el estilo tradicional español de un presidente ejecutivos con amplias competencias. Tan relevante es este asunto en Frankfurt, que lo denominan el «problema español» (Spanish issue).
Pero Botín se ha quedado muy lejos de cumplir estas exigencias. Ha anulado la estructura por la que el CEO dependía de presidencia, algo anacrónico y totalmente intolerable para el supervisor europeo. Pero no le ha cedido más poderes, sino al contrario.
La presidenta mantiene su mando sobre la estrategia del grupo -Álvarez se limita a llevar el día a día- e incluso asume dos nuevas áreas bajo su mando directo, precisamente las de mayor crecimiento potencial: el negocio de pagos PagoNxT y la división de digital consumer finance, que incluye crédito al consumo y OpenBank.
Por tanto, Botín seguirá siendo una presidenta muy ejecutiva y, por tanto, muy alejada de los estándares del BCE. Sin embargo, el supervisor ha aceptado esta fórmula. Según algunas fuentes, se trata de un primer paso en la dirección correcta porque a un banco tan importante no se le puede pedir una revolución del gobierno corporativo de golpe. En consecuencia, tendrá que dar más en el futuro.
Sustituir a Álvarez en el futuro
Estas fuentes explican que, al haber contentado al BCE con este primer movimiento, gana tiempo y se guarda en la manga la medida que sería definitiva si vuelve a presionarle con la gobernanza: el nombramiento de un consejero delegado con verdaderos poderes ejecutivos.
Nombrar porque ese puesto no podría ocuparlo el propio Álvarez, según las fuentes, ya que lleva demasiado tiempo -fue nombrado en noviembre de 2014 tras la muerte de Emilio Botín en sustitución de Javier Marín- y está demasiado integrado en la estructura actual. De hecho, él mismo dijo que era «un soldado» cuando Botín volvió a nombrarle CEO tras el fallido fichaje de Andrea Orcel en 2018.
Así pues, el Santander tendría que nombrar un nuevo consejero delegado. Y tras el fiasco del banquero estrella italiano, las quinielas apuntan a una persona de dentro de la entidad. El que más suena a día de hoy es Antonio Simoes, consejero delegado de Santander España y responsable de Europa. Pero de aquí a que se tenga que tomar la decisión, pueden pasar muchas cosas.